Para hablar del entorno donde se cultiva nuestros olivos podemos asomarnos desde el mirador del Castillo o el del Torrejón, desde allí podremos ver como con gran esfuerzo las cuestas se han transformado en bancales, que consiguieron un suelo horizontal para el cultivo de nuestro árbol más valioso y preciado, EL OLIVO. Un trabajo de titanes compensado con el premio del aceite.

En los alrededores de Fermoselle es donde mejor se puede disfrutar de estas producciones escalonadas, como imagen del microclima más suave de las laderas.

Esta Villa goza de un clima mediterráneo continentalizado atemperado por su menor altitud y por estar al abri­go del Duero, del Tormes y los distintos embalses construidos en la zona.

El cultivo del olivo se reparte por toda la zona desde el mismo pueblo, todas sus laderas y alrededores,  hasta  llegar a las orillas del río donde parece increíble que se pudieran trabajar esta tierra tan agreste y a la vez tan agradecida que nos ha dado a través de los siglos su mejor producto, la aceituna y por lo tanto, nuestro ORO LÍQUIDO,

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